El Trinitron y las malas decisiones
Casi todas las personas han tenido un televisor Trinitron de Sony en casa: el equipo pesadísimo en el que muchos colombianos vieron el 5–0 de Colombia contra Argentina en 1993. Aunque la televisión fue inventada mucho antes de la llegada del Trinitron en los sesentas, la ‘caja mágica’ de Sony fue la primera que se distribuyó con éxito en el mercado internacional.
En la época en la que fue lanzado, el Trinitron tenía la mejor calidad de imagen en el mercado. La marca, desde su nacimiento, iba un paso más adelante de toda su competencia, porque además vendía a precios muy asequibles. Trinitron era sinónimo de estabilidad económica, tanto para quien la compraba como para la empresa que la estaba ofreciendo.
Esto fue posible porque el cofundador de Sony, Masaru Ibuka, fue (según quienes lo conocieron) uno de los ingenieros más brillantes que ha pisado la Tierra.
La filosofía de Ibuka:
era: “El primer y más importante motivo por el que fundamos esta compañía era crear un medio ambiente de trabajo estable, donde ingenieros que tengan una apreciación profunda por la tecnología puedan realizar su trabajo y misión de acuerdo con los dictados de su corazón”.
La empresa nunca fue famosa por ser pionera con las ideas. Todas las mejores tecnologías de Sony fueron mejoras que el equipo de Ibuka desarrolló para otros productos que ya existían.
Trinitron vivió una larga vida, hasta que ocurrió lo que se esperaba que ocurriera con la llegada de las tecnologías Plasma y LCD. Las pantallas planas reemplazaron los armatostes enormes que Sony dejó de fabricar en 2006 y de distribuir en 2008. Por su parte, llegó tarde a las nuevas tecnologías de televisión y con productos muy caros.
Sony no comprendió hacia dónde se estaba dirigiendo la tecnología en la última década. Desde 2000, con la llegada de BlackBerry, las empresas empezaron a sacar productos que integraban muchas funcionalidades en un solo dispositivo.
La empresa fue intransigente. Sacó televisores con capacidades limitadas que no ofrecían muchas opciones adicionales a los usuarios. Mientras tanto la competencia (como Samsung y LG) comprendió que los televisores, como todos los productos de hoy, deben ofrecer más servicios que solo buena calidad de imagen.
En lugar de entregar un solo producto con miles de funcionalidades, Sony saturó el mercado con miles de productos con una funcionalidad cada uno. Las empresas que ofrecen demasiada variedad de productos generan mucha desconfianza en los clientes, según tres estudios citados por Gizmodo. Los usuarios reconocen las marcas porque estas son fáciles de recordar e identificar con una serie de productos que conservan una identidad (Microsoft con Windows, Apple con su ‘i’ –iPad, iPhone–, etc.).
Al perder su producto más importante, Sony perdió su rostro. No supo cómo reconstruir la imagen de la empresa, que se encontraba esparcida en una lista interminable de cámaras, celulares, computadores, consolas y televisores que nunca trascendieron. Además, muchos de ellos fueron intentos desatinados, que hoy solo se recuerdan en listas como la de los 50 dispositivos más inútiles de la década pasada (según Gizmodo). Más de la mitad de estos gadgets fueron de la empresa japonesa.
El Walkman, Discman y Apple:
La historia de la música portátil empezó con el sueño de poder cargar un radio de transistores para todas partes. El equipo era ya casi portátil porque funcionaba con pilas, pero era demasiado grande para ser cargado con facilidad. Morita comprendió bien esto, y para solucionarlo aplicó una solución muy ingeniosa: ordenó fabricar camisas con bolsillos más grandes para que los vendedores pudieran cargar el radio con facilidad y hacerlo parecer portátil.
Puede que Sony no se haya inventado el radio de transistores, pero si se inventó la portabilidad. El radio ‘portátil’ de Sony empezó a traer buenos resultados. Morita sabía que si quería seguir innovando y haciendo productos que la gente comprara, el camino era la portabilidad.
Con la llegada del casete, la empresa empezó a fabricar dispositivos que los reproducían. Eran grabadoras grandes, que se podían cargar de un lado para otro de la misma manera que el radio. Cuenta la revista Times, en un texto sobre historia del Walkman, que Morita cargaba un reproductor de casetes de Sony en sus viajes de negocios, y un día se bajó del avión con la idea de hacer de la música portátil una experiencia privada.
Ibuka se quedó con la idea en la cabeza, se la llevó a su equipo de ingenieros y así nació la primera idea original de Sony: El 1 de julio de 1979, la empresa le mostró al mundo el Walkman.
Epílogo:
La manzana, gústenos o no, fue verdugo de las compañías que estaban conquistando el mundo de la tecnología; pero también hay que decir que ninguna en su momento se supo poner ‘las pilas’. El mercado avanza junto a la tecnología, cambia según la tecnología que se imponga. El que no se adapta rápidamente muere. Es así de fácil.
Sony está en medio de un plan de revivir su compañía, llamado One Sony. Los principales objetivos de esta iniciativa son dirigir el crecimiento de sus principales negocios electrónicos, dar un nuevo rumbo a la categoría de los televisores y acelerar la innovación que les permita crear nuevos dominios del negocio.
El harakiri que la empresa se hizo no ha acabado. Todavía no se ve la punta de la espada saliendo al otro lado. Sony sigue dando ‘patadas de ahogado’ para salvarse en un mercado que hoy está más competido que nunca. En este momento la empresa ni siquiera está ganando plata de por sus productos electrónicos: su mayor negocio hoy es vender seguros de vida.
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